viernes, 17 de junio de 2011
Mi artículo.
-¿Atraviesa nuestro país una crisis grave? ¿Tendrá una solución? Estas son una de las cuestiones que políticos temen a no ser capaz de responder, mantienen en toda regla la afirmación de saber que es lo que estan haciendo con nuestro país, ya que atraviesa una enorme crisis tanto económica como socialmente. Los partidos políticos en antiguas épocas intentaban a traves de juntanzas y reuniones, arreglar esa baja economía que petaba en la puerta de todos los ciudadanos, actualmente ese apoio mútuo dejando las diferencias a un lado, está totalmente fuera de control. En vez de preocuparse por poder arreglar este conflicto, solo saben tirarse piedras los unos a los otros, dejando con el culo al aire todos esos problemas que cada día dejan en sin trabajo a muchas personas, que cada día, hacen que personas que disfrutaban de una economía estable tengan que solicitar ayuda en ONG’s o comedores sociales, llegando al punto de tener que rebuscar entre los escombros de la basura para poder alimentarse. En la actualidad, esa guerra por mandar, está dando mal ejemplo al resto de países externos, nos miran con la cara de no saber organizarnos, de vernos en la inmundicia. Y a pesar de otros problemas por los que España atraviesa (como la acusación por parte de los alemanes de la llamada “crisis del pepino” en la que nuestros pepinos eran los causantes de graves enfermedades en la población europea, los bajos salarios ofrecidos a los lecheros, la emigración de nuestros cuidadanos a países donde poder recuperar esa estabilidad que habian perdido, etc…) nadie se atreve a resolverlos ¿Por qué? Porque todos son una panda de mentirosos corruptos, que mienten para poder mantener un triste puesto en nuestro Gobierno ¿De que les sirve todo esto? Nadie lo sabe…Yo solo podría preocuparme de esas pobres familias que cada vez caen más bajo para poder alimentar a sus seres queridos acogiendose a cualquier puesto de trabajo por unos míseros euros. ¿Cuál podría ser la solución? La solución pasa por dos salidas. Una es que el gasto público aumente y llene el vacío que se ha creado en la demanda. Y la mejor manera en que el Estado puede estimular la demanda es creando empleo con lo cual contribuye a resolver, además del problema de la demanda, el mayor problema social que existe en España que es el desempleo. El empleo creado puede ser público o privado o los dos a la vez. Pero es fundamental que el crecimiento del gasto fuera hacia la creación de empleo. Otra manera de estimular la demanda es mediante la reducción de impuestos, pero esta medida es muy ineficiente e incluso errónea. Los economistas neoliberales usan la expresión “de poner más dinero en el bolsillo de la gente” para justificar su demanda de recortes de los impuestos. Pero se olvidan de preguntar ¿de qué bolsillos? Los que se benefician más de la reducción de impuestos son las rentas superiores que, al conseguir más dinero ahorran más de lo que consumen, pues ya tienen tanto que lo que les llega de más, lo ahorran. Son las clases de rentas más bajas las que consumen todo lo que les llega de más, pues siempre van cortas de dinero. Pero, las clases populares no son las que se benefician más de tales recortes de los impuestos. La mayoría del estímulo económico que el gobierno español realizó para salir de la crisis se basó en la reducción de impuestos y transferencias individuales del mismo tamaño para individuos de rentas muy dispares, lo cual, como he indicado en varias ocasiones, tuvo un impacto estimulante relativamente menor del esperado. Lo que debe hacerse, pues, es no reducir los impuestos de la banca y de las grandes empresas y de las rentas altas (cuyos ingresos han continuado ascendiendo en progresión geométrica), sino aumentárselo y con el dinero conseguido crear empleo. Esta creación de empleo y aumento del gasto público en servicios públicos del estado del bienestar y en infraestructuras aumentaría la demanda, estimulando el sector privado. No es pues, que el sector público absorba y reste recursos al sector privado, sino que lo ayuda y complementa. No se trata ciertamente de medidas fáciles. Pero que sean social y políticamente costosas en el corto plazo no debiera inhibir de su adopción. Hoy, como a finales de los años 50, la economía española ha llegado a una encrucijada. De que elija la dirección correcta dependerá nuestro nivel de crecimiento, renta y empleo durante la próxima década.
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